La historia de los metalúrgicos es una crónica de lucha, esfuerzo y sacrificio. Desde los tiempos iniciales con Fray Luis Beltrán fundiendo desde la nada las armas con que San Martín liberaría América, pasando por todas las gestas protagonizadas a los largo del siglo pasado para lograr las conquistas que hoy gozamos, hasta estos tiempos de incertidumbre donde volvemos a poner de manifiesto nuestra unidad de clase para no perder lo que tanto nos costó ganar.
Luego de tantos avatares y tantos compañeros caídos para lograr una vida digna para todos, nada nos complacería más que celebrar nuestro día con la satisfacción de los logros conseguidos. Lamentablemente la crisis del capitalismo y la intención de los centros de poder de hacernos pagar esa crisis a los trabajadores, nos impiden pensar este momento como un festejo. Pero si es una ocasión que debemos utilizar para afianzar nuestra unidad y recrear en ella el ánimo de lucha y el compromiso de todos de no ceder en la defensa irrestricta de nuestros derechos.
Compañeros, debemos ser conscientes que sufrimos el embate de quienes, escudados en la excusa de la crisis mundial, quieren cercenar nuestras conquistas y borrar la memoria de los trabajadores. Temen que desde la historia aflore el espíritu combativo y solidario que nos llevó a lograr condiciones dignas para todos los trabajadores y un justo reconocimiento a su labor. Temen nuestra conciencia y nuestra fuerza. Temen nuestros esfuerzos colectivos. Y hacen bien por que no estamos dispuestos a ceder en uno solo de nuestros logros y mucho menos en la defensa que siempre hicimos de ellos.
Metalúrgicos, si bien los trabajadores argentinos no tenemos un presente para festejar si tenemos una historia para celebrar. Y es en esa historia donde nos paramos para convocarlos a todos a unirnos en este, nuestro día, para avanzar hacia una lucha que nos permita recuperar en poco tiempo la certeza de una vida justa y digna para cada compañero.
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